En tan solo una cuadra se cruzan miles de historias deplorables de una sociedad híbrida. Risas, llantos, estruendos y alaridos retumban en el espacio. Tragedia y comedia concurren ante la metamorfosis que enfrentan los cucuteños. La avenida Guaimaral, más específicamente entre las calles 4N y 6B, es una calle lúgubre donde todos caminan con arrogancia y rapidez para no mirar el dolor ajeno. Un sujeto algo demente, de tez morena, camisa desgarrada y pantalones remangados, reposa en la entrada de uno de los cajeros automáticos del Banco Colpatria que había convertido en su hogar. Comía un pan que traía envuelto en una bolsa plástica la cual guardo en uno de los viejos y remendados costales que llevaba. Irónico es que en su locura guarda más decencia que aquellos que visten de corbata. Aquellos seres que entran y salen de este lugar ni siquiera se percatan de su presencia aunque parecía que él a todos los conocía, pues los señalaba o incluso balbuceaba h...